Nací una noche de truenos víspera del invierno de 1957 justo sobre las ruinas del Teatro Romano de Cádiz y desde entonces considero que el escenario es un lugar donde puedo respirar, gritar, reír o llorar sin pedir permiso. Encima y debajo también de aquellas otras tablas del colegio descubrí la vida. “Olvidando los tambores” pude licenciarme en “Geografía e Historia” mirando a La Caleta, mientras mis escapadas al Gran Teatro Falla eran cada vez más adúlteras. Mis ansias de vivir me arrastraron a graduarme como “Coordinador en Movimiento, Terapia Psico-corporal y Transpersonal para el Desarrollo Armónico” Sistema Río Abierto, dirigido por Graciela Figueroa. Gracias a la escritora María Alcantarilla me “desnudé frente al espejo” publicando mi autobiografía y otros relatos breves. Me declaro amante del teatro y mis maestros me ayudaron a encontrar “La Balada Perdida” en el año 2022.